Subirás, bajarás, pero cuando concluyas el viaje estarás satisfecho de haber vencido el miedo de subirte.
Algunos eventos en nuestra vida nos colocan en una montaña rusa, en ocasiones con grandes «subidones» y, en otras tantas, con unos tremendos «bajadones».
Por lo tanto, hay dos cosas que podríamos considerar tomando en cuenta esta analogía:
1. El trayecto no es eterno, es cíclico. Así que si hoy algo no va bien, tarde o temprano, vamos a concluir la vuelta y nos bajaremos del carrito, sólo hay que agarrarse bien mientras dura el viaje, vivir nuestras emociones, y seguir andando hasta el alto total. Hasta la próxima que la vida nos invite a subirnos.
2. Si elegimos no subirnos a la montaña rusa por miedo a sentir el vértigo de las subidas y bajadas, es probable que nos perdamos de muchas emociones que nos hagan sentir vivos y de la enorme satisfacción de haber vencido nuestros miedos. Además de que llevaremos en la valija la gran interrogante del ¿qué hubiera pasado si…?
Recuerdo que la primera vez que me subí a la montaña rusa, sudaba frío y, literalmente, temblaba, jaja, pero también recuerdo, que ese mismo día, me subí una vez más cuando descubrí lo poderosa y satisfecha que me hizo sentir el haber vencido a la Maru temerosa.
Un abrazo y ¡feliz viaje!
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